Esta actividad ha sido realizada por:
- Ana de Juan Álvarez de Lara,
- María Manuela Fernández Maqueda
- Natalia Hernández Gómez.
- Liv Ortíz Rönnenberg
- Carolina Alarcón Pastor
Hemos planteado esta biblioteca literaria
para un aula de infantil de 4-5 años.
Muchos de los nuevos retos educativos pasan
por preguntarse qué falla en la escuela, por qué llega un momento en el que los
niños comienzan a percibirla como una obligación, como una pesada y aburrida
carga, en lugar de sentirla como un espacio de aprendizaje que invite a
inventar, a innovar, a crecer en infinidad de planos, a ser creativo… Y lo
mismo ocurre con la lectura. Cuando los niños se acercan a los libros por
primera vez, rebosan curiosidad y deseo por descubrir todo aquello que esconden
en su interior esos mágicos artefactos que ponemos a su alcance con mayor o
menor interés. Desde la perspectiva de un adulto amante de la lectura, e s absolutamente conmovedor comprobar la emoción y el placer que demuestran
cuando asoman sus cabecitas al universo de imágenes y fantasía que les proporcionan
los libros. ¿Qué ocurre entonces años más tarde? ¿Por qué cuando los niños
superan esa marcada brecha entre la imagen y la palabra comienzan a percibir la
lectura como una cansina imposición académica más que como lo que realmente es,
un acto de regocijo y deleite? Quizá la respuesta la encontremos, como tantas
otra veces, en el gran Borges: “La lectura no debe ser obligatoria. El placer
no es obligatorio, el placer es algo buscado”.
Si queremos propiciar que disfruten de los
libros y que se conviertan con el tiempo en lectores tan voraces como críticos,
deberíamos, en primer lugar, cambiar nuestra perspectiva de los niños y verles
como sujetos con criterio; y en segundo lugar, no estaría de más transformarnos
nosotros, los adultos (tanto dentro como fuera de la escuela), en una gran
oreja respetuosa y atenta capaz de comprender que cada niño es un universo, con
sus inquietudes, inclinaciones y gustos particulares. Escucharles, valorar sus
opiniones y proporcionarles un clima óptimo para el intercambio de ideas es
vital si lo que pretendemos es responder a sus necesidades como lectores, que
las tienen, a pesar de que se encuentren aún en una etapa puramente visual.
Ni todos aprendemos y sentimos de la misma
manera ni todos decodificamos las imágenes del mismo modo. De ahí la necesidad
de descubrir lo que precisa cada niño, así como sus disposiciones, y en base a
ello, ser capaces de utilizar todos los recursos en nuestro haber para
satisfacer sus necesidades y fomentar sus aptitudes.
Por todo ello, nuestra biblioteca y nuestro
rincón de lectura no serán espacios creados para los niños, sino lugares
pensados con los niños, que participarán tanto en el diseño como en la puesta
en marcha de todos y cada uno de los aspectos y actividades relacionados con su
experiencia como lectores. Se nos antoja esta la mejor forma de conseguir que se
involucren realmente en el proyecto y que se sientan plenos protagonistas de él.
Los niños, como bien sabemos, son creativos, curiosos y observadores por
naturaleza, y disfrutan poderosamente realizando actividades con las que calmar
su sed de conocimiento y experiencias. Pertenecen, como los adultos (aunque a
muchos se les haya olvidado), a una especie que propende a aprender, que
alberga en su esencia el ansia de avanzar, de comprender, de descubrir…
Valgámonos pues de esta tendencia innata a la curiosidad como punto de partida para
diseñar y crear una guarida lectora atractiva y mágica, y cubramos el entorno
de la biblioteca del aula con un halo de fantasía y misterio, el mejor cebo
para pescar mentes despiertas e inquietas…
¡Comenzamos!
SITUACIÓN
EN EL AULA
En principio, se podría pensar que la
lectura no necesita demasiados requisitos: basta un buen libro sobre las
rodillas y las ganas de atravesar el umbral de la fantasía. Sin embargo, a la
hora de ubicar el lugar donde exponer nuestra biblioteca y poder sentarnos (o
tumbarnos) plácidamente a disfrutarla, sí pensamos que se deben tener en cuenta
una serie de aspectos de carácter físico y material. La zona del aula que
elijamos debe ser lo suficientemente amplia
y luminosa como para acoger a los niños con cierto desahogo y permitirles
disfrutar de los detalles y la belleza de las imágenes, ya sea su lectura
individual o en grupo. Asimismo, y en la medida de lo posible, debe tratarse de
una zona libre distracciones y de ruidos molestos. Con estas sencillas medidas,
conseguiremos provocar ese efecto de calidez y recogimiento tan propios de la
lectura. Nuestra esquina de los libros estará también acotada y bien definida,
para distinguirla del resto de los espacios del aula. A continuación,
adjuntamos un pequeño croquis de la clase:
Pero, como todas nosotras disfrutamos de lo
lindo leyendo al aire libre y creemos que se puede y se debe educar desde el
juego y la sorpresa, hemos ideado también un pequeño espacio en el patio de la
escuela para los días de buen tiempo que explicaremos con detalle en el apartado
siguiente.
DISEÑO
Como hemos señalado ya, nuestro proyecto
tiene como prioridad que los niños se sientan vinculados emocionalmente al
espacio que habitan, el aula, y dentro de ella, a la zona de lectura. Queremos
que sean los verdaderos protagonistas de su proceso de aprendizaje, así pues,
dejaremos que se encarguen de una parte del diseño, la más vanguardista y
dinámica, y la más atractiva: la ornamentación.
Pero vayamos por partes, lo primero que
vamos a describir es la distribución de los elementos que les vendrán dados. Como
en todo rincón que se precie, dispondremos de dos paredes: la primera, la
dedicaremos a colocar en fundas de plástico transparente las fotocopias a color
de las primeras de cubierta (portadas para los amigos) de una selección de
cuentos elegidos democráticamente en clase por los alumnos (más tarde explicaremos
su función). Serán 18 portadas (colocadas en tres filas), un número apropiado para
que todas ellas se sitúen a la altura del campo visual de los niños (como el
resto de los elementos, por otra parte). En la segunda pared, iremos colgando
los dibujos o creaciones que vayan realizando en las distintas actividades
propuestas para el fomento y dinamización de la lectura. Por último, crearemos
una tercera pared, que servirá para acotar nuestro rincón de los libros, con
una estantería baja, que, repleta de cestos, albergará los libros de nuestra
biblioteca de aula.
El espacio dedicado a viajar sin moverse
del sitio, porque eso es en definitiva lo que hacemos cuando leemos, tendrá,
además, un suelo mullido (tatami, colchoneta, piezas de goma EVA…) decorado con
un gran número de cojines de diversos tamaños y formas y un puf.
Por último, colocaremos una cuadrícula a
base de hilo de nylon sobre el área de la biblioteca para que los niños creen las
diferentes “escenografías” en función de los libros que vayan leyendo, de las diferentes
propuestas que se vayan realizando en clase o incluso en relación con los
cambios estacionales (tantas posibilidades como ideas caben en el corazón de un
niño). De ese modo, sobre sus cabecitas soñadoras penderán en cascada tiras de
papel de colores, hojas de árboles ensartadas en lana semejando un jungla, cadenetas
fabricadas a base de tapones de botella… De una forma simpática y lúdica, les
invitaremos a imaginar, crear, leer y, ya de paso, reciclar.
En los días más amables meteorológicamente
hablando, dispondremos de un rincón de lectura en el patio del colegio, que
podrán disfrutar el resto de los alumnos del centro si así lo desean. De este
modo, quizás nuestra iniciativa de paso a otras muchas, porque la ilusión es
tremendamente contagiosa, casi tanto como la melancolía. Este espacio se creará
a partir de una estructura de paraguas (de nuevo elementos reciclados), que
darán color, alegría y sombra a los pequeños mientras disfrutan de sus libros
preferidos. Sería conveniente, pensamos, guiar a los niños para que las
lecturas escogidas para el exterior fuesen más livianas y lúdicas, por aquello
de que al aire libre encontrarán más estímulos que les puedan distraer y,
además, porque queremos darle a este momento lector un toque divertido.
CONTENIDO
/ FONDOS
Quien no haya pasado
tardes enteras delante de un libro, con las orejas ardiéndole y el pelo caído
por la cara, leyendo y leyendo, olvidado del mundo y sin darse cuenta de que
tenía hambre o se estaba quedando helado... Quien nunca haya leído en secreto a
la luz de una linterna, bajo la manta, porque papá o mamá o alguna otra persona
solícita le ha apagado la luz con el argumento bien intencionado de que tiene
que dormir, porque mañana hay que levantarse tempranito... Quien nunca haya
llorado abierta o disimuladamente lágrimas amargas, porque una historia
maravillosa acaba y había que decir adiós a personajes con los que había
corrido tantas aventuras, a los que quería y admiraba, por los que había temido
y rezado, y sin cuya compañía la vida le parecería vacía y sin sentido. Quien
no conozca todo eso por propia experiencia, no podrá comprender probablemente
lo que Bastian hizo entonces.
Michael
Ende
En nuestra búsqueda de la biblioteca ideal para un aula de 4-5
años, hemos intentado cubrir las necesidades de los niños de este tramo de edad
con libros que les permitan reinterpretar el mundo, y con libros que les ayuden a entenderlo; libros que actúen como
identificadores, para que los pequeños se reconozcan de forma inconsciente en
los protagonistas y aprendan de ellos que los problemas tienen solución o que
todos y cada uno de nosotros somos únicos e irrepetibles; libros que reflejen sus
miedos, problemas o preocupaciones; libros para pasar un buen rato; libros para
reír, soñar o volar; libros para educar los sentidos y el gusto estético;
libros para disfrutar de la belleza estética y plástica, de una pincelada o un
trazo mágico; libros de los que encogen el corazón o libros nosense para perder la cabeza… En
definitiva, libros para, con un poco de suerte, volverse un Bastian.
Los niños de 4-5 años
pertenecen al llamado “subperíodo intuitivo”, en el que van desarrollando su
capacidad de representación, disfrutan con el dibujo, el juego simbólico, la
dramatización… Es el momento óptimo para trabajar la lectura de la imagen,
descubrir las figuras dominantes, los colores, localizar los objetos e ir
descubriendo las conexiones entre los dibujos, y entre éstos y el texto que los
acompaña.
Para elaborar estas
representaciones, insistimos de nuevo, el niño debe poder identificarse con
alguno de los personajes de la historia… ¡tanto con los buenos como con los
malos!
A continuación,
proponemos un pequeño esquema de las características de nuestra selección, para
que quede aún más claros los motivos de la propuesta:
- En estos
libros, la ilustración es un lenguaje artístico más y no solo un aliciente
decorativo.
- Libros
con lenguaje correcto y párrafos no demasiado extensos.
- Libros
que ofrezcan información, en los que el niño pueda adentrarse en una
investigación propia.
- Libros
con poco texto, que ayuden al niño a decodificar las imágenes e, incluso, crear
su propia historia.
- Libros
de fábulas, adivinanzas, rimas, canciones.
- Libros
de poesía y de lenguaje algo surrealista (muy importante en esta edad).
- Libros
de cuentos populares.
- Libros
fáciles de manipular, de cómodo manejo para sus manitas
- Libros
que produzcan asombro, risa, y proporcionen una correcta escala de valores con
el objeto de que el niño pueda ir eligiendo sus propios caminos
- En
definitiva, libros-arte, libros-vida.
FONDO DE ARMARIO PARA
LECTORES EXIGENTES DE ALTURA REDUCIDA
1) Presiona aquí, Hervé Tullet. Chronicle Books.
2) Adivina cuánto te quiero, Sam Mc Bratney.
3) La manzana roja, Feridun Oral. Editorial
Juventud.
4) Monstruo Rosa, Olga de Dios. Nube Ocho Editorial.
5) El topo que quería saber quién se había hecho aquello en
su cabeza.
Wermer Holzwarth y Wolf Erlbrunch. Alfaguara Infantil.
6) El peor niño del mundo, Andrea Rauch. Brosquil
Ediciones.
7) Un perro muy raro, José Watanabe y Víctor Aguilar. Editorial
Peisa.
8) Monstruosa sorpresa, Édouard Manceau. Bruño.
9) Salvaje, Emily Hughes. Libros del Zorro Rojo.
10) Cómo atrapar un estrella, Oliver Jeffers. Fondo de Cultura
Econcómica de España.
11) El globito rojo, Lela Mari. Kalandraka.
12) Huevos verdes con jamón, Dr. Seuss.
13) ¡Oh!, Josse Goffin, Kalandraka.
14) La oca loca, Gloria Fuertes, Editorial Escuela Española.
15) Cuentos para jugar,
Gianni Rodari. Alfaguara Infantil.
16) El árbol generoso, Shel Silverstein. Kalandraka.
17) De la cabeza a los pies, Eric Carle. Kókinos.
18) El cazo de Lorenzo, Isabelle Carrier. Editorial
Juventud.
19) Te quiero (casi siempre), Ana Llenas. Espasa Libros.
20) La ovejita que vino a cenar, Steve Smallman. Beascoa.
21) Orejas de mariposa, Luisa Aguilar. Kalandraka.
22) La cebra Camila, Marisa Núñez. Kalandraka.
23) La merienda del señor Verde, Javier Sáez Castán. Ediciones
Ekaré.
24) La gran fábrica de las palabras, Agnes de Lestrade. Tramuntana.
25) Donde viven los monstruos, Maurice Sendak. Kalandraka.
26) Inés Azul, Pablo Albo. Thule Ediciones.
27) Pequeño Azul y pequeño Amarillo, Leo Leoni. Kalandraka.
28) Frederick, Leo Lionni.
29) El huevo del erizo, Nozomi Takahashi. Tramuntana.
30) Corre a casa ratoncito,
de Britta Teckentrup. Loguez.
31) Mi nueva casa, Marta
Altés. Blackie Books.
32) Buscar, Olga de Dios. Nube Ocho ediciones.
33) Críctor, Tomi Ungerer. Kalandraka.
34) Adelaida, Tomi Ungerer.
Kalandraka.
35) Yo materé monstruos por
ti, Santi Balmes.
36) El pez arco iris,
Marcus Pfister.
37) León de biblioteca, Michelle
Knudsen y Kevin Hawkes.
38) Una piedra
extraordinaria, Leo Lionni.
39) ¿Nada?, Patrick
Mcdonnell.
40) Soñario, Javier Sáez Castán. Océano Travesía.
41) El pato y la muerte, Wolf Erlbruch. Barbara Fiore
Editora.
42) Elmer, David McKee.
43) Ser princesa no es un cuento, Irune Labajo y Gábor Gayá.
44) ¿Qué le pasa a mi cabello?, Satoshi Kitamura.
45) Flotante, David Wiesner.
ORGANIZACIÓN
Y GESTIÓN
Toda maestra que se precie debe amar los
libros, porque, de lo contrario, difícilmente podrá invitar a los niños a que
se apasionen por la lectura. Por ello, creemos que una buena parte de los
fondos de la biblioteca deben provenir de los docentes, primeros interesados en
compartir ese fuerte apego a los libros y guías en el desarrollo lector de los
pequeños, en su pensamiento crítico.
Por otra parte, la responsabilidad de
formar lectores, claro está, no es competencia exclusiva de la escuela, sino
que a ella deben contribuir también las familias y otras instituciones cercanas
al entorno del niño, como las bibliotecas públicas, así que debemos valernos
también de estos dos agentes para obtener nuevos libros que sean de interés
para los niños y que les ayuden a crecer y volar. Cada alumno, si así lo desea
y puede (que no están las cosas muy boyantes en muchos hogares -precisamente
los más desfavorecidos serán los que presumiblemente más necesitarán nuestra
motivación-), traer a clase un libro consensuado con la maestra y otro que sea
de su completo gusto para compartir con la clase. Los primeros entrarán a
formar parte del fondo de la biblioteca y tendrán una distinción roja; los
segundos, servirán para lo que vamos a denominar ”los libros con maleta”, y
estarán marcados en azul. Cada viernes, todos los alumnos y alumnas elegirán un
libro azul y se lo llevarán a casa. El lunes, en la asamblea, todos
intercambiarán opiniones sobre los personajes, el argumento, las ilustraciones…
Nadie tomará nota del libro que se ha llevado a casa cada niño, porque lo que
queremos conseguir es que los pequeños sean cada vez más autónomos y se
responsabilicen de los ejemplares que sacan del aula sin que ninguna autoridad
les supervise. Para ello, obviamente, necesitaremos el apoyo de las familias,
que estarán sobre aviso de que la actividad de “los libros con maleta” no tiene
como finalidad únicamente el fomento de la lectura, sino hacerles comprender el
valor del objeto en sí, que deben cuidar, y darles alas para madurar.
En cuanto a los libros marcados en rojo,
los que conforman propiamente el alma de la biblioteca, pueden ser llevados a
casa cuando el niño lo desee. Tan solo estableceremos dos únicas normas: que
sean devueltos al día siguiente y que se informe a la maestra (por una cuestión
meramente logística). Una vez cumplidos estos dos requisitos, bastará con que el
niño coloque su carné (una fotografía plastificada con un cordón a su elección)
en el gancho de “¡Me lo llevo!” y lo sitúe en el gancho de “¡Lo devuelvo!” una
vez disfrutado en casa con padres/as, hermanos/as, abuelos/as, vecinos/as...
Creemos que con estas pequeñas y sencillas normas,
que al principio costará implantar, poco a poco los niños nos irán hablando de
sus gustos e intereses y aprenderán que los libros no son un objeto cualquiera,
que encierran tantas maravillas que deben ser cuidados como el mejor de los
bienes y que ellos, solitos, son los guardianes y custodios de tan increíble
tesoro.
DINAMIZACIÓN
Y ANIMACIÓN
Nos gustaría, antes de nada, hablar un poquito sobre lo que Kepa Osoro Iturbe llama Lectura Compartida, ya que este concepto nos parece fundamental para entender la lectura en el periodo de la Educación Infantil, cuando los niños no saben descifrar aún los textos y necesitan de la figura del adulto para que les acompañe de una manera alegre, tierna y respetuosa en el descubrimiento del libro. La Lectura Compartida es, por tanto, ese momento de comunión entre el niño y el adulto que nace en el entorno familiar, cuando los padres o madres leen a sus hijos en el regazo, y crece y se desarrolla, si el maestro o la maestra tienen el necesario amor por los libros, en la escuela. Porque no se puede invitar a los niños a que lean desde la apatía o la rutina, imposible, tan solo lo lograremos desde el amor, desde la emoción, pero desde una emoción real, vivida, desde un sentimiento sincero, desde la complicidad y la cercanía. Y solo a partir de esta proximidad al niño y teniendo como punto de partida el afecto por la lectura brotarán de manera natural las estrategias más fascinantes y creativas de dinamización y animación.
En este sentido, además, los adultos tenemos muchísima suerte, porque contamos con unos aliados de excepción: los libros ilustrados, rebosantes de posibilidades comunicativas, poseedores de una fuerte carga estética, plástica y emotiva, y capaces de acercar la realidad a los niños desde la fantasía.
Otro aspecto que nos gustaría recalcar es que la competencia lectora y el hábito lector se influyen mutuamente. Por ello es importante hacer partícipes a las familias de las actividades que se lleven a cabo en el aula (o en el centro) en relación con el fomento de la lectura, ya que, si bien es cierto que en el seno de algunas familias el hecho lector es tan natural como beber un vaso de agua, en otras, por desgracia, los niños no encuentran un modelo al que imitar y los libros brillan por su ausencia, lo que repercute en su interés por la lectura.
Cada vez son más los padres o madres que se acercan a las escuelas o colegios de sus hijos a contarles un cuento, o incluso a representarlo con marionetas, pequeños teatrillos, etc., lo que nos hace presuponer que un alto porcentaje de padres/madres o bien leen o bien desean que sus hijos lo hagan. Importante tener este hecho en cuenta a la hora de plantear más actividades de carácter familiar, incluso se podrían extender estas experiencias a abuelos o hermanos mayores, por poner algunos ejemplos.
A estas edades, la naturaleza de los niños les empuja al movimiento, así que bien podríamos aprovechar su espíritu dinámico y el gusto por “hacer” para optar por pedagogías corporales que aúnen literatura y música o literatura y danza. Las performances pueden ser tan ricas como variadas, basta poner en marcha la imaginación y la creatividad.
A las ya conocidas actividades que se desarrollan en el aula para invitar a los alumnos a que lean (la hora del cuento, momentos de reflexión y diálogo sobre algún libro propuesto, talleres en los que dibujar a los protagonistas de esta o aquella historia…), queremos sumar este otro tipo de experiencias, más innovadoras y desconocidas.
Los niños que actualmente habitan las aulas vienen ya con una tableta debajo del brazo (lo del pan ha quedado ya para el recuerdo) y este es un factor que, mal que nos pese a algunos, no podemos obviar. En la actualidad existen un gran número de aplicaciones que dan vida a la obra de muchos autores e ilustradores. Es el caso, por ejemplo, de las simpáticas historias de Chris Haughton (fallo no haberle incluido en nuestro fondo de biblioteca), que cuentan con divertidas App para tabletas o teléfonos móviles.
Cuanto antes expongamos a los niños a la lectura, antes y mejor desarrollarán la capacidad lingüística y las habilidades de expresión, comprensión y comunicación. La lectura les dotará de poderes para imaginar y crear nuevas historias, de ahí la necesidad de proponerles actividades que saquen a la luz su creatividad y dotes narrativas. Los dados con imágenes, que incluso se comercializan, son fantásticos para que den rienda suelta a la imaginación y creen pequeñas historias, pero también podemos servirnos de recortes de revistas para presentarles una serie elementos, personajes o circunstancias con los que poder componer un narración con lógica o sin ella, que lo ilógico tiene también su atractivo.
Por último solo queremos compartir con vosotros los errores que, según la AEPAP (Asociación Española de Pediatría y Atención Primaria) con más frecuencia cometemos los adultos cuando queremos animar a los niños a que lean:
- Crear contradicciones entre el método de la
escuela y el empleado en casa.
- Emplear libros inadecuados por su
extensión, interés o tema.
- Introducir un ritmo de aprendizaje
excesivo.
- Repetir o enseñar lo ya sabido, lo que
provoca aburrimiento.
A los que añadiremos uno más:
A los que añadiremos uno más:
- Convertir la lectura en una obligación y
despojarla de todo su misticismo y magia.